Han pasado casi 100 días de confinamiento, y todos, adultos y niños, hemos vivido una vorágine de emociones. Nuestra vida, como la conocíamos, ha sido interrumpida. Sin embargo, como adultos tenemos recursos para manejar esta situación y las emociones que surgen. Por ejemplo, cuando necesitamos airearnos, podemos decidir salir a comprar, o contactar amigos a través de whatsapp, organizar zoom meetings, salir a correr, o dedicarnos al trabajo para mantenernos enfocados en cosas que sí controlamos.
Los niños pequeños, sin embargo, no cuentan con esos recursos. No depende de ellos cuando pueden salir y no tienen acceso a nadie fuera de su hogar. Solo tienen, en el mejor de los casos, a sus padres y hermanos. No pueden decidir cuándo salir a comprar para liberar energía acumulada. Su principal medio para canalizar vivencias, el juego, se ha visto limitado, ya no hay con quién jugar. No pueden jugar con sus amigos, primos, vecinos. Tampoco tienen acceso a otros adultos importantes para ellos como sus abuelos, tíos o maestros, quienes son referentes y modelos alternativos a los de su familia inmediata. La alegría de perder clases y pasar más tiempo con sus padres se ha ido disipando. Están cansados porque no socializan, no van a otros espacios, no juegan con pares ni interactúan con otros adultos.
Cómo los niños viven esta situación dependerá enteramente de la salud mental de la familia. De las experiencias positivas o tóxicas que sus padres crean para ellos dentro del hogar. Muchas familias están atravesando problemas financieros, de salud, ansiedad, entre otros. Los padres tienen que salir a trabajar. ¿Con quién se quedan los niños? La tensión se vive en casa. El estrés familiar incide en la calidad de las interacciones de los padres con sus hijos, tienen menos paciencia y reducen sus intercambios. La evidencia sobre el impacto del estrés tóxico en la salud física y emocional de la persona es contundente.
Por ello, pensando en los niños, necesitamos pensar en la estabilidad de la familia y el rol fundamental que cumple hoy la educación, a través de la figura del maestro, y al replantearnos cómo será la reapertura de clases, darles prioridad a los niños en edad preescolar y primaria.
Mientras continuemos con la educación a distancia, el soporte socioemocional que la maestra pueda dar al niño es más importante que el académico. Cuando evaluamos la calidad educativa, uno de los tres pilares son las interacciones de la maestra vinculadas a promover el bienestar socioemocional, sin este no hay aprendizaje. Los niños no recordarán el trabajo académico que estudiaron durante la pandemia, pero si guardaran siempre con ellos a las personas con las que se relacionaron y con quienes se sintieron acogidos como son sus maestros, familiares y personas de su comunidad (Venet, 2020).
Entonces hoy el maestro, a pesar de la distancia, debe buscar generar una interacción cercana y de calidad con sus alumnos. Generar un espacio en donde sus alumnos puedan expresar y validar sus emociones, en donde puedan ser escuchados. El niño que atraviesa problemas en casa necesita escuchar frases como: "Te escucho", “No estás solo, estoy acá contigo", “Eso suena muy penoso", “Entiendo por lo que estás pasando”. Transmitir calma al alumno, para lo cual también es necesario que el docente encuentre estrategias para sentirse bien. Una llamada de 5 minutos basta para saber cómo está. Una llamada ayuda al niño, quien posiblemente atraviesa problemas en casa, a saber, que hay otra manera de vincularse. Entonces, como instituciones deberíamos permitir que los esfuerzos del maestro se direccionen a brindar soporte emocional y no en cargar al niño con múltiples experiencias educativas. En brindar soporte emocional a la familia y no enfocarse en el recojo de evidencias que documenten que sus hijos siguen las actividades de la plataforma Aprendo en Casa. Ya habrá momento para enfocarse en lo académico cuando se retome la presencialidad de las clases.
El maestro y el padre de familia son aliados que trabajan juntos por el niño. Para el padre de familia, una llamada empática del maestro, y no fiscalizadora, inclusive puede tener el poder de hacer al padre de familia reflexionar sobre cómo viene vinculandose con su niño y cómo lo puede apoyar en su desarrollo y aprendizaje. Esta es una excelente oportunidad para la familia, para salir fortalecida como equipo en sí misma y con la escuela, con el maestro, por el bien del niño. Uno de los factores claves para la recuperación de los niños frente al estrés abrumador ocasionado por la actual pandemia es cuán fuerte es la vinculación con sus cuidadores. El construir un equipo en cada hogar (Venet, 2020).
Finalmente, pensando en los niños debemos considerar, que cuando sea el momento seguro para volver a clases presenciales y se hayan habilitado las escuelas públicas y privadas para ello, no olvidemos lo importante que es la escuela para los niños de inicial y primaria, que brinda un espacio de contención y socialización fuera de casa, donde hay un adulto responsable que los orienta, guía y acompaña en su aprendizaje. De no considerarse el retorno a clases de los más pequeños aduciendo que no podrán respetar las nuevas normas de distanciamiento social, estaríamos incurriendo en un error. Los niños pequeños, con la debida preparación por sus padres y el recuerdo constante de sus maestras y las condiciones adecuadas en las escuelas, nos van a sorprender.
Equipo EyD
Venet, A. S. (2020, May). Social-Emotional Support and Distance Learning. School Library Journal, 66(5), 23.
Comments